Duda
Dedicado a mi amigo del alma, Roberto Mendoza.
Ayer soñé con vos. Con nosotros. Con nuestra aula y nuestro patio del Nacional.
Con el modo disperso con el que los sueños hilvanan los hechos, reviví anécdotas que, en realidad, no sé si alguna ver ocurrieron o si ocurrieron así.
Soñé, incluso, que nos estaban soñando.
Perdido en la maraña de la duermevela, me descubrí creyendo que fuimos felices.
No pude precisar (no puedo precisar) si creí que fuimos más felices de lo que lo somos hoy, o que lo que pensamos que lo son nuestros hijos.
No sé si fue al despertar o cuando soñaba que me atenazó la angustia.
Sigo sin dilucidar si me angustió el futuro, el pasado o el presente.
Ignoro si fue al despertar o cuando soñaba, que me aferré a lo que fuimos, o me abracé a lo que somos, o me esperanzó lo que serán.
Tal vez hoy o quizás mañana me acueste con el fútil deseo de volvernos a soñar.
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